martes, 28 de marzo de 2023


El próximo día 5 de abril de 2023 haremos la presentación de un libro muy especial, Los dinosaurios de Soria y otra fauna prehistórica en el centro cultural Gaya Nuño de la capital soriana. 

Esta extensa obra es un libro de divulgación científica escrita con un lenguaje ameno y sencillo dirigido a todos los públicos, que resume el conocimiento que se tiene sobre la paleontología soriana.

La provincia de Soria es un paraíso para los paleontólogos y para todos los aficionados a esta ciencia. En sus tierras aparecen los restos fósiles de todo tipo de animales y plantas, en un lapso de tiempo que cubre 600 millones de años, desde el periodo Cámbrico a la actualidad.

Este libro es ante todo visual, pero cuenta con una gran base científica que da a conocer los extraordinarios yacimientos paleontológicos que se distribuyen por la provincia y que inexplicablemente son poco conocidos, haciendo un recorrido detallado por los yacimientos del periodo Cretácico, que configuran el mayor conjunto de icnitas de Europa y uno de los mayores del mundo.

El libro está dividido en seis capítulos que pueden ser leídos de forma independiente.

El primer capítulo “Descubriendo el mundo de los fósiles” es un breve repaso del desarrollo histórico de la Paleontología, que cuenta con numerosas anécdotas y personajes importantes, los primeros descubrimientos para la ciencia y su conversión en elementos clave para conocer el pasado de la tierra.

El segundo capítulo “Historia de la Tierra” realiza un recorrido por la historia evolutiva de los seres vivos desde su aparición hasta la actualidad y de como el planeta ha ido evolucionando desde su formación hace casi 5000 millones de años hasta la aparición del hombre.

El tercer capítulo “Historia de Soria antes de la Historia” cuenta el desarrollo geológico-paleontológico de la provincia en relación con la misma historia del resto de Iberia. Durante su lectura se hace un extraordinario repaso de los yacimientos más representativos de la Península y de los más importantes hallados en la provincia.

El cuarto capítulo “Siguiendo las huellas de un pasado remoto” se basa en la historia de la Paleoicnología, ciencia que estudia los restos fósiles indirectos de los seres vivos o icnitas. En él se explica cómo se forman los diferentes tipos de icnitas o huellas que existen y como estas contribuyen a elaborar una imagen retrospectiva de cómo era el medioambiente hace millones de años y de cómo se desarrollaba la vida y las posibles interacciones entre las especies.

El quinto capítulo “Soria y el lago de los Dinosaurios” cuenta el desarrollo geológico de las Tierras Altas de Soria y describe más de 140 yacimientos icnológicos. Yacimientos en los que han aparecido huellas de diversos tipos de dinosaurios, de pterosaurios, de cocodrilos, de tortugas, de aves, de invertebrados y de plantas que han dado origen a diferentes icnogéneros e icnoespecies exclusivos de las tierras sorianas y que son un referente internacional para la comunidad científica, propuestos desde el año 2005 a la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, entre ellos 

Icnitas de Saurópodos: Parabrontopodus distercii (Meijide Fuentes et al., 1999); Brontopodus oncalensis (Meijide Fuentes et al., 2004). Icnitas de Terópodos: Kalohipus bretunensis (Fuentes Vidarte y Meijide Calvo, 1998); Icnitas de Aves: Archaeornithipus meijidei (Fuentes Vidarte, 1996). Icnitas de Pterosaurios; Pteraichnus vetustior (Meijide Fuentes, 2001; Fuentes Vidarte et al., 2004), Pteraichnus manueli (Meijide Calvo, 2001; Fuentes Vidarte et al., 2004; Pteraichnus cidacoi (Fuentes Vidarte, 2001); Pteraichnus parvus (Fuentes Vidarte et al., 2004); Pteraichnus longipodus (Fuentes Vidarte et al., 2004). Icnitas de Cocodrilos: Icnofamilia Crocodylopodidae, Crocodylopodus meijidei (Fuentes Vidarte y Meijide Calvo, 1999). Icnitas de Tortugas: Emydhipus cameroi (Fuentes Vidarte et al., 2003). Y otros nuevos descubrimientos que aparecen como primicia en el libro.

El sexto capítulo “El río de los Dinosaurios” nos cuenta como se formaron los yacimientos paleontológicos de Golmayo y Soria, cómo se hicieron las excavaciones y cuáles fueron sus extraordinarios resultados. Un conjunto de restos fósiles clave para entender la relación que existió entre las faunas cretácicas de Sudamérica y del suroeste de Europa y norte de África. En estas excavaciones aparecieron los restos de nuevos géneros y especies de Dinosaurios, entre ellos Magnamanus soriaensis (Mano grande de Soria) y Soriatitan golmayensis (Titán de Soria y Golmayo) y de otros ya conocidos como Polacanthus, Allosaurus, un Dromaeosaurido y un posible Camptosáurido.

Con esta obra, profusamente ilustrada, se pone en valor la importancia de las colecciones paleontológicas sorianas, tanto las depositadas en el Museo Numantino de Soria, como la impresionante colección de icnitas de Tierras Altas, los fósiles de plantas e invertebrados terrestres y marinos, las de las excavaciones de Golmayo, las de las excavaciones de Cirujales del Río, las de Torralba y Ambrona, etc, así como las que se encuentran repartidas por diversas Instituciones y Museos españoles, como los fósiles extraídos en las excavaciones de Cubilla, Mazaterón, Escobosa de Calatañazor, Piquera de San Esteban o Layna y que en su totalidad, son un referente paleontológico para la comunidad científica.

Esperemos que este libro contribuya a que en un futuro se cree un Museo Paleontológico Provincial que las reunifique, las conserve y las haga visibles, impulsando la investigación, exposiciones, congresos, y otras actividades como la reactivación, desarrollo y ampliación de la ruta de las icnitas de Tierras Altas y de otros yacimientos. Además, un Museo Paleontológico podría ser un extraordinario motor económico, social, turístico y cultural que ayudaría a paliar parte de las carencias que tiene esta provincia de la España vaciada.

El libro puede comprarse a través de la Diputación de Soria o en la librería "Las Heras" de la capital soriana.

viernes, 20 de noviembre de 2015

¡¡COCODRILOS EN SORIA!!



Cuando el primer Obispo de Panamá, Fray Tomás, envió a la iglesia de su pueblo natal Berlanga de Duero, un cocodrilo naturalizado, no podía ni imaginar que en otros tiempos Soria hubiera estado poblada por tan terribles animales.
Hace 130 millones de años, en el Cretácico inferior, cuando Soria era un paraíso subtropical habitada por dinosaurios de todo tipo, existió una fauna acompañante diversa y llamativa, los pterosaurios surcaban el aire, las tortugas se desplazaban lentamente por el barro de los pantanos y los cocodrilos sesteaban a la orilla de los ríos.

 Ilustración de un cocodrilo del género Goniopholis
 
Los cocodrilos sorianos pertenecían al género Goniopholis, del que hemos encontrado numerosos restos (equipo Fuentes-Meijide) en varios de los yacimientos de la Formación Golmayo.
Era un animal que podía alcanzar más de 3 m de longitud, de cráneo grande y poderoso, provisto de una gran batería de dientes cónicos, puntiagudos y aquillados que hacía de su boca un arma terrible, aunque, como sucede en los cocodrilos actuales, esos dientes tenían la raíz hueca y no estaban implantados muy firmemente en las mandíbulas, con lo que más de una vez alguno se perdía al morder, de ahí que en los yacimientos de todo el mundo (Goniopholis era un cocodrilo cosmopolita) los restos que aparezcan en mayor número sean los dientes.

 Dientes fósiles de Goniopholis

Su espalda estaba provista de una armadura formada por escudos óseos recubiertos por una fina piel (osteodermos) que  además de protegerle contra  los ataques  de algún congénere, probablemente fuese también un elemento termorregulador, capaz de recoger el calor del sol al permitir que los capilares sanguíneos se aproximaran a la superficie para absorber la energía solar.

 Placa o escudo óseo de cocodrilo, con su morfología característica. 
Escala 10cm.

En cierto modo fue un cocodrilo muy parecido a los que actualmente viven en el Nilo y es de suponer que su forma de vida fuera semejante a la de estos, un depredador oportunista, carroñero y omnívoro, altamente peligroso.


martes, 9 de junio de 2015

¿QUIEN DIJO QUE EL LATIN ESTA MUERTO?



Hace mucho tiempo, cuando mi marido y yo trabajábamos en el Museo de Ciencias Naturales de Paris, pedí a la Biblioteca del mismo que me fotocopiaran el original de Bojanus sobre Bos primigenius, que me hacía falta para el trabajo que me traía entre manos, "la clasificación del toro de Torralba-Ambrona de Soria", que constituía el motivo de mi tesina fin de carrera y con el que, gracias a este original y a otros muchos datos, pude crear la especie Bos antiquus.
En cierto modo, los bibliotecarios del Museo se quedaron boquiabiertos pero…. lo hicieron. Y más asombrada me quedé yo cuando tuve el libro en mis manos. He aquí el título de tan magna obra De Uro nostrate eiusque sceleto commentatio, scripsit et Bovis primigenii sceleto auxit” ¡Mon Dieu! Y después 66 páginas en latín y 5 maravillosas láminas de dibujos a plumilla.
 Publicación original.1825

Así que, armándome de valor recurrí al diccionario y a mis conocimientos latinos (mi bachillerato es tan antiguo que estudié cuatro años de latín) y me lo traduje entero en el tiempo record de 2 meses.
Pero, todo se complicó cuando desde la página 451 a la 467 me encontré con unas tablas de medidas en unas escalas que desconocía: pie de rey francés, pulgada francesa, línea francesa.
Menos mal que en la Biblioteca se conservaban unos libros de matemáticas muy antiguos y que un bibliotecario que los conocía y entre los dos pudimos establecer la equivalencia y transformar esas medidas en milímetros.

 Bison bonasus. 1825

No sé si todos los que citan a Bojanus y a Bos primigenius han hecho lo que yo hice, pero desde luego fue un trabajo de primera magnitud, que conservo como oro en paño, aunque sigo sin comprender como se le ocurrió a tan famoso autor escribir su obra en latín teniendo en cuenta que se publicó en 1825 y que el idioma de la cultura en Europa era el francés.
Aunque está claro que era un idioma, que dominaba a la perfección. La mitad de sus publicaciones está en latín y la otra mitad en su idioma nativo, el alemán, aunque también dio charlas, conferencias y dictó clases en francés.

Bos primigenius. 1825.

Lo cierto es que Ludwig Heinrich Bojanus, médico y naturalista, fue un extraordinario científico, pero no sé si las generaciones actuales de paleontólogos podrían leer sus originales, con lo que, a mi entender, solo es un nombre que se cita cuando se hace un trabajo sobre fauna cuaternaria pero sin saber exactamente qué es lo que se cita.

martes, 17 de marzo de 2015

HUELLA PLANTIGRADA DE TEROPODO, un caso escepcional.



Una gran huella de un dinosaurio terópodo  en las cercanías de Bretun (Soria)

¡Cuántas veces miramos y no vemos!. Durante años pateando la sierra de Oncala, en busca de huellas, recalando en la ermita de santa Cristina para almorzar mientras escudriñábamos el paisaje en busca de losas con posibles icnitas y sin darnos cuenta de que a nuestros pies había un hueco de grandes proporciones y forma rara. Pero por fin, la vimos.
Delante de nosotros, en uno de los escalones que llevan a esta pequeña ermita,  hay una gran huella solitaria y muy profunda que corresponde al pie izquierdo de un gran dinosaurio terópodo de algo menos de 9 m de longitud, posiblemente más,  que parece estar dispuesto a dar el salto desde la cornisa a la carretera. Lo más llamativo es que los dedos están perfectamente delimitados y que apoya el talón,  de modo que la huella es plantígrada cuando, en general, las huellas de los terópodos y de casi todos los dinosaurios son digitígradas.
 Fotografia de la Icnita y dibujo cientifico de la misma. Carolina Fuentes y Manuel Meijide.
 
También en esa cornisa, si se mira con atención, se distinguen dedos e incluso alguna huella incompleta de otros terópodos, cerca nos encontraremos con un pequeño yacimiento, actualmente someramente protegido con unas capas de tela embreada que más de una vez hemos encontrado levantadas, donde aparecieron las preciosas huellas de un pequeño terópodo, el Kalohipus bretunensis, no más grande que una gallina, único para Soria y España. 

 Allosaurus, posible autor de la huella

Ojalá todos los yacimientos de icnitas estuviesen protegidos, el frío, las heladas, el calor, el ganado, los curiosos y  los “coleccionistas” desaprensivos provistos de radiales, las destruyen sin remedio. La única y verdadera protección posible es que, después de catalogadas y estudiadas, se vuelvan a cubrir de tierra para que las inclemencias del tiempo no las deshagan y para que los “coleccionistas” no destruyan lo que llevó tantos millones de años en formarse.
Por supuesto, la gran huella de Santa Cristina está bien tapada.
 Si quieres ver el estudio completo pincha PDF

martes, 17 de febrero de 2015

UNA TARDE CON EL CELACANTO



Entre 1970 y 1971 mi marido y yo estábamos haciendo un “stage” en el laboratorio de AnatomÍa comparada del  Museo de Ciencias Naturales de Paris bajo la supervisión de su director, J. Anthony, y mientras a Manuel le había tocado estudiar la “tente du cervelet” de los primates a mi me había caído en suerte estudiar las vértebras cervicales de todo tipo de mamíferos dentro del programa que estaba realizando dicho laboratorio.
Como es lógico, en nuestras horas libres recorríamos el Museo y los diferentes laboratorios estudiando y ayudando a aquel que nos lo pedía, éramos los españoles del equipo y estaban un tanto extrañados de que nos interesasen tantas cosas.
Así, un día un par de amigos nos invitaron a una zona desconocida, oscura y misteriosa en donde, en unas enormes acuarios de cristal se encontraban conservados dos grandes peces, dos celacantos de más de 1,30 m de longitud, perfectamente conservados y que estaban siendo objeto del estudio del Dr. Anthony y de otros colegas que querían poner en claro su anatomía interna, algo muy difícil si no se tienen individuos frescos.
El revuelo y el motivo de que nos enseñasen aquellos ejemplares es que sí habían conseguido los celacantos frescos y estaban a punto de llegar. Al mismo tiempo, se estaban haciendo réplicas de los ya existentes para exhibirlos en el Museo. Todo aquello era realmente emocionante y casi de extranjis conseguimos hacer un par de fotos para nuestra colección antes de salir de aquella zona, que por otra parte, estaba prohibida para los extraños al proyecto. 

Ejemplar de celacanto descongelandose en el laboratotio de Anatomia comparada del Museo de Ciencias Naturales de Paris.

Un celacanto, ahí es nada, un pez que se consideraba extinto desde hacía más de 350 millones de años y que había permanecido vivo y escondido en las profundidades de los mares de Madagascar hasta que un pescador tuvo la suerte de pescarlo en sus redes y hubo una persona, la Dra. Latimer que fue capaz de reconocerlo (por eso el celacanto recibió el nombre de Latimeria).
El celacanto es un ser bastante extraño, un pez de aletas lobuladas que parecen estar a medio camino entre una aleta y una pata, de hecho, sus parientes más próximos, los Rifidistios  son  la base de los anfibios que hace unos 350 millones de años emprendieron la conquista de la tierra firme, pero por razones desconocidas, los celacantos prefirieron adentrarse en las profundidades marinas.
Son animales que pueden alcanzar 1,5 m de longitud y pesar hasta 70 kilos, gruesos, trapudos, de cabeza enorme y escamas formadas por una lámina ósea cubierta con dentículos dérmicos parecidos a los de los tiburones. No son nada atractivos.
 
 Detalle de la cabeza

Y aunque desconocidos para el mundo científico y para Occidente, los pescadores de Madagascar lo conocían desde hacía cientos de años, lo llamaban Kombessa y lo consideraban un pez de carne pobre, pero de piel muy útil como “papel de lija”.
Creo que ese fue uno de los momentos más emocionantes de nuestra estancia en Paris, si dejamos aparte la aventura con el cocodrilo, pero esa es otra historia.