El Mioceno
es una época de degradación climática, hace más frío y el tiempo es menos
húmedo que en épocas anteriores, lo que modifica directamente la vegetación con
resultados sorprendentes para la fauna: las praderas de gramíneas sustituyen a
los bosques y aparecen grandes zonas áridas en las que aún persisten ojos de
agua y alguna vegetación palustre, es la era de los herbívoros.
Y al mismo
tiempo es una época de cambios profundos, la placa Africana choca con la
Eurasiática y se establece un puente por el que la fauna de una y otra invade
nuevos territorios, se producen intercambios a todos los niveles y España es
obligada zona de tránsito para unas especies que pasaran de largo camino
de Europa y América o se quedarán para
siempre.
El
yacimiento de Escobosa de Calatañazor que
se encuentra en el borde septentrional de la Cuenca de Almazán,
pertenece al Mioceno medio-alto, tiene una edad aproximada de 12 millones de
años y es un claro exponente de estos cambios.
Es
relativamente pequeño ya que es el relleno de una grieta de origen kárstico
pero desde que en 1974 Clemente Saenz publicó un resumen de la estratigrafía de
la zona, ha sido objeto de numerosos estudios y publicaciones porque, ha
proporcionado una asociación de pequeños mamíferos totalmente nueva para el
Mioceno de la Península, con varias especie nuevas y claros endemismos que la
separan del resto de faunas de micromamíferos de Europa e incluso de otros
yacimientos españoles.
Prolagus tobieni
Muchos de
estos pequeños mamíferos están aún presentes en la fauna actual, no con los
mismos nombre pero si con las mismas características morfológicas o de hábitat,
Es el caso
de los sorícidos o musarañas, de los topos, de los cricétidos o hamsters
europeos, de los lagomorfos ocotónidos (liebres silvadoras de America del Norte
), de los glíridos o lirones de Europa y Africa, de las tamias o ardillitas de
Estados Unidos o de los quirópteros que
pueblan las noches de todos los continentes.
Cricetodon soriae
Pero, también
en el yacimiento han aparecido restos de anfibios, de reptiles y de aves de
pequeño tamaño y algún diente de artiodáctilo así la suposición más extendida
es que es muy probable que todos o casi todos ellos fueran las presas de aves
rapaces que regurgitaron los restos óseos en sus egagrópilas mientras
descansaban en su covacha.
Y, no
busquéis este yacimiento, hace tiempo que desapareció debido a la erosión y la
acción humana y lo mismo sucederá con el pueblo que le da nombre, abandonado y
en ruinas. Aunque siempre queda la esperanza de que existan más fósiles en
alguna otra grieta que confirmen su rareza.