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viernes, 20 de noviembre de 2015

¡¡COCODRILOS EN SORIA!!



Cuando el primer Obispo de Panamá, Fray Tomás, envió a la iglesia de su pueblo natal Berlanga de Duero, un cocodrilo naturalizado, no podía ni imaginar que en otros tiempos Soria hubiera estado poblada por tan terribles animales.
Hace 130 millones de años, en el Cretácico inferior, cuando Soria era un paraíso subtropical habitada por dinosaurios de todo tipo, existió una fauna acompañante diversa y llamativa, los pterosaurios surcaban el aire, las tortugas se desplazaban lentamente por el barro de los pantanos y los cocodrilos sesteaban a la orilla de los ríos.

 Ilustración de un cocodrilo del género Goniopholis
 
Los cocodrilos sorianos pertenecían al género Goniopholis, del que hemos encontrado numerosos restos (equipo Fuentes-Meijide) en varios de los yacimientos de la Formación Golmayo.
Era un animal que podía alcanzar más de 3 m de longitud, de cráneo grande y poderoso, provisto de una gran batería de dientes cónicos, puntiagudos y aquillados que hacía de su boca un arma terrible, aunque, como sucede en los cocodrilos actuales, esos dientes tenían la raíz hueca y no estaban implantados muy firmemente en las mandíbulas, con lo que más de una vez alguno se perdía al morder, de ahí que en los yacimientos de todo el mundo (Goniopholis era un cocodrilo cosmopolita) los restos que aparezcan en mayor número sean los dientes.

 Dientes fósiles de Goniopholis

Su espalda estaba provista de una armadura formada por escudos óseos recubiertos por una fina piel (osteodermos) que  además de protegerle contra  los ataques  de algún congénere, probablemente fuese también un elemento termorregulador, capaz de recoger el calor del sol al permitir que los capilares sanguíneos se aproximaran a la superficie para absorber la energía solar.

 Placa o escudo óseo de cocodrilo, con su morfología característica. 
Escala 10cm.

En cierto modo fue un cocodrilo muy parecido a los que actualmente viven en el Nilo y es de suponer que su forma de vida fuera semejante a la de estos, un depredador oportunista, carroñero y omnívoro, altamente peligroso.


martes, 17 de marzo de 2015

HUELLA PLANTIGRADA DE TEROPODO, un caso escepcional.



Una gran huella de un dinosaurio terópodo  en las cercanías de Bretun (Soria)

¡Cuántas veces miramos y no vemos!. Durante años pateando la sierra de Oncala, en busca de huellas, recalando en la ermita de santa Cristina para almorzar mientras escudriñábamos el paisaje en busca de losas con posibles icnitas y sin darnos cuenta de que a nuestros pies había un hueco de grandes proporciones y forma rara. Pero por fin, la vimos.
Delante de nosotros, en uno de los escalones que llevan a esta pequeña ermita,  hay una gran huella solitaria y muy profunda que corresponde al pie izquierdo de un gran dinosaurio terópodo de algo menos de 9 m de longitud, posiblemente más,  que parece estar dispuesto a dar el salto desde la cornisa a la carretera. Lo más llamativo es que los dedos están perfectamente delimitados y que apoya el talón,  de modo que la huella es plantígrada cuando, en general, las huellas de los terópodos y de casi todos los dinosaurios son digitígradas.
 Fotografia de la Icnita y dibujo cientifico de la misma. Carolina Fuentes y Manuel Meijide.
 
También en esa cornisa, si se mira con atención, se distinguen dedos e incluso alguna huella incompleta de otros terópodos, cerca nos encontraremos con un pequeño yacimiento, actualmente someramente protegido con unas capas de tela embreada que más de una vez hemos encontrado levantadas, donde aparecieron las preciosas huellas de un pequeño terópodo, el Kalohipus bretunensis, no más grande que una gallina, único para Soria y España. 

 Allosaurus, posible autor de la huella

Ojalá todos los yacimientos de icnitas estuviesen protegidos, el frío, las heladas, el calor, el ganado, los curiosos y  los “coleccionistas” desaprensivos provistos de radiales, las destruyen sin remedio. La única y verdadera protección posible es que, después de catalogadas y estudiadas, se vuelvan a cubrir de tierra para que las inclemencias del tiempo no las deshagan y para que los “coleccionistas” no destruyan lo que llevó tantos millones de años en formarse.
Por supuesto, la gran huella de Santa Cristina está bien tapada.
 Si quieres ver el estudio completo pincha PDF

martes, 4 de marzo de 2014

POLACANTHUS, el dinosaurio acorazado del Cretácico inferior de Soria.



Durante los cinco años que estuvimos excavando el yacimiento de “Zorralbo  I” en Golmayo, Soria, (2000-2004 equipo paleontológico Fuentes-Meijide) sacamos a la luz los restos de cinco tipos de dinosaurios:

Un Iguanodóntido.

Un Saurópodo.

Un Anquilosaurio

Dos Terópodos.

           Además de cientos de coprolitos y varios elementos de un cocodrilo y una tortuga.

El Iguanodóntido fue el dinosaurio más completo, del que conseguimos extraer casi el 60% de su esqueleto uno de los ejemplares más completos de la Peninsula Iberica. Del Saurópodo aparecieron parte de las enormes extremidades, costillas, vértebras y la pelvis. Del Anquilosaurio aparecieron vértebras, costillas, el sacro y sobre todo numerosas placas de su armadura  y de los Terópodos, dientes, vértebras y costillas.

Poco a poco, dada la ingente cantidad de restos excavados y extraídos (más de 4500), se ha ido procediendo a su estudio con unos resultados que hacen, del yacimiento de “Zorralbo I” uno de los más importantes de España para el estudio de la fauna del Cretácico inferior (-130 millones de años, paso Hauteriviense-Barremiense ) y sus relaciones con otros yacimientos europeos.

El estudio del Anquilosaurio fue el primero en ser publicado y aunque presenta algunas diferencias anatómicas con los ya conocidos, P. foxii (especie tipo) y P. rudgwickensis, el ejemplar de Soria se clasificó como Polacanthus sp.,  señalando su posible pertenencia a una nueva especie. PDF

 
Espinas caudales y presacras del Polacanthus de Soria.

 Espina y fragmento de costilla.

 Vertebra dorsal del Polacanthus de Soria.
“Zorralbo I” está lleno de sorpresas, ya que el Saurópodo pertenece a un nuevo género y especie (próxima publicación) y el Iguanodóntido es el primer representarte de un nuevo género y especie para la ciencia (próxima publicación). Por lo tanto es muy posible que este dinosaurio acorazado también lo sea.

 Ilustracion de un Polacanthus o Ankilosaurio.

viernes, 11 de enero de 2013

LA HUELLA PERDIDA



En 1998 dimos a conocer las huellas de un pequeño dinosaurio, Kalohipus bretunensis (huella preciosa de Bretún) que habíamos encontrado en las inmediaciones de la ermita de Santa Cristina, cerca del pueblo de Bretún, en plena sierra de Oncala.  Aparecieron también, en las rocas que circundan dicha ermita y en los campos de alrededor, huellas sueltas de otros dinosaurios y de pterosaurios en muy mal estado de conservación que, en su mayoría, casi han desaparecido borradas por la erosión. 
 
Y aunque pasamos y repasamos cien veces por encima, no vimos  hasta mucho más tarde y a pocos pasos de la puerta de la ermita, una huella que por estar casi enterrada entre musgos y matojos solo nos pareció un hueco en la roca.

 Huella recien descubierta.

En el verano de 2004 volvimos a Santa Cristina, como hacemos todos los años, para hacer un seguimiento de los yacimientos y ver sobre todo como les afecta la erosión o si su protección ha servido para algo o no, y nos encontramos con que la manta que cubre el yacimiento del Kalohipus había sido levantada en parte, suponemos que por algún curioso, así que procedimos a colocarla en su sitio y de paso, subimos hasta la ermita y decidimos limpiar la entrada, actualmente la han vuelto a levantar y nadie de los que se supone que vigilan los yacimientos hace nada al respecto.

Y he aquí, que la oquedad era una enorme huella de un dinosaurio terópodo, de 60 cm de longitud, con tres dedos muy bien marcados y el talón triangular típico de este tipo de dinosaurios.

 Huella limpia y contorneada.

Tomando como base la longitud de la huella (sin contar el talón, que corresponde al metatarso y le da forma plantígrada a la misma), pudimos calcular la altura de la cadera del animal en aproximadamente 2,2 5 m, lo que corresponde a un dinosaurio de unos 7-9 m de longitud y posiblemente una tonelada de peso.

PDF 

Pero no es la huella más grande que hemos encontrado.