viernes, 20 de noviembre de 2015

¡¡COCODRILOS EN SORIA!!



Cuando el primer Obispo de Panamá, Fray Tomás, envió a la iglesia de su pueblo natal Berlanga de Duero, un cocodrilo naturalizado, no podía ni imaginar que en otros tiempos Soria hubiera estado poblada por tan terribles animales.
Hace 130 millones de años, en el Cretácico inferior, cuando Soria era un paraíso subtropical habitada por dinosaurios de todo tipo, existió una fauna acompañante diversa y llamativa, los pterosaurios surcaban el aire, las tortugas se desplazaban lentamente por el barro de los pantanos y los cocodrilos sesteaban a la orilla de los ríos.

 Ilustración de un cocodrilo del género Goniopholis
 
Los cocodrilos sorianos pertenecían al género Goniopholis, del que hemos encontrado numerosos restos (equipo Fuentes-Meijide) en varios de los yacimientos de la Formación Golmayo.
Era un animal que podía alcanzar más de 3 m de longitud, de cráneo grande y poderoso, provisto de una gran batería de dientes cónicos, puntiagudos y aquillados que hacía de su boca un arma terrible, aunque, como sucede en los cocodrilos actuales, esos dientes tenían la raíz hueca y no estaban implantados muy firmemente en las mandíbulas, con lo que más de una vez alguno se perdía al morder, de ahí que en los yacimientos de todo el mundo (Goniopholis era un cocodrilo cosmopolita) los restos que aparezcan en mayor número sean los dientes.

 Dientes fósiles de Goniopholis

Su espalda estaba provista de una armadura formada por escudos óseos recubiertos por una fina piel (osteodermos) que  además de protegerle contra  los ataques  de algún congénere, probablemente fuese también un elemento termorregulador, capaz de recoger el calor del sol al permitir que los capilares sanguíneos se aproximaran a la superficie para absorber la energía solar.

 Placa o escudo óseo de cocodrilo, con su morfología característica. 
Escala 10cm.

En cierto modo fue un cocodrilo muy parecido a los que actualmente viven en el Nilo y es de suponer que su forma de vida fuera semejante a la de estos, un depredador oportunista, carroñero y omnívoro, altamente peligroso.


martes, 9 de junio de 2015

¿QUIEN DIJO QUE EL LATIN ESTA MUERTO?



Hace mucho tiempo, cuando mi marido y yo trabajábamos en el Museo de Ciencias Naturales de Paris, pedí a la Biblioteca del mismo que me fotocopiaran el original de Bojanus sobre Bos primigenius, que me hacía falta para el trabajo que me traía entre manos, "la clasificación del toro de Torralba-Ambrona de Soria", que constituía el motivo de mi tesina fin de carrera y con el que, gracias a este original y a otros muchos datos, pude crear la especie Bos antiquus.
En cierto modo, los bibliotecarios del Museo se quedaron boquiabiertos pero…. lo hicieron. Y más asombrada me quedé yo cuando tuve el libro en mis manos. He aquí el título de tan magna obra De Uro nostrate eiusque sceleto commentatio, scripsit et Bovis primigenii sceleto auxit” ¡Mon Dieu! Y después 66 páginas en latín y 5 maravillosas láminas de dibujos a plumilla.
 Publicación original.1825

Así que, armándome de valor recurrí al diccionario y a mis conocimientos latinos (mi bachillerato es tan antiguo que estudié cuatro años de latín) y me lo traduje entero en el tiempo record de 2 meses.
Pero, todo se complicó cuando desde la página 451 a la 467 me encontré con unas tablas de medidas en unas escalas que desconocía: pie de rey francés, pulgada francesa, línea francesa.
Menos mal que en la Biblioteca se conservaban unos libros de matemáticas muy antiguos y que un bibliotecario que los conocía y entre los dos pudimos establecer la equivalencia y transformar esas medidas en milímetros.

 Bison bonasus. 1825

No sé si todos los que citan a Bojanus y a Bos primigenius han hecho lo que yo hice, pero desde luego fue un trabajo de primera magnitud, que conservo como oro en paño, aunque sigo sin comprender como se le ocurrió a tan famoso autor escribir su obra en latín teniendo en cuenta que se publicó en 1825 y que el idioma de la cultura en Europa era el francés.
Aunque está claro que era un idioma, que dominaba a la perfección. La mitad de sus publicaciones está en latín y la otra mitad en su idioma nativo, el alemán, aunque también dio charlas, conferencias y dictó clases en francés.

Bos primigenius. 1825.

Lo cierto es que Ludwig Heinrich Bojanus, médico y naturalista, fue un extraordinario científico, pero no sé si las generaciones actuales de paleontólogos podrían leer sus originales, con lo que, a mi entender, solo es un nombre que se cita cuando se hace un trabajo sobre fauna cuaternaria pero sin saber exactamente qué es lo que se cita.

martes, 17 de marzo de 2015

HUELLA PLANTIGRADA DE TEROPODO, un caso escepcional.



Una gran huella de un dinosaurio terópodo  en las cercanías de Bretun (Soria)

¡Cuántas veces miramos y no vemos!. Durante años pateando la sierra de Oncala, en busca de huellas, recalando en la ermita de santa Cristina para almorzar mientras escudriñábamos el paisaje en busca de losas con posibles icnitas y sin darnos cuenta de que a nuestros pies había un hueco de grandes proporciones y forma rara. Pero por fin, la vimos.
Delante de nosotros, en uno de los escalones que llevan a esta pequeña ermita,  hay una gran huella solitaria y muy profunda que corresponde al pie izquierdo de un gran dinosaurio terópodo de algo menos de 9 m de longitud, posiblemente más,  que parece estar dispuesto a dar el salto desde la cornisa a la carretera. Lo más llamativo es que los dedos están perfectamente delimitados y que apoya el talón,  de modo que la huella es plantígrada cuando, en general, las huellas de los terópodos y de casi todos los dinosaurios son digitígradas.
 Fotografia de la Icnita y dibujo cientifico de la misma. Carolina Fuentes y Manuel Meijide.
 
También en esa cornisa, si se mira con atención, se distinguen dedos e incluso alguna huella incompleta de otros terópodos, cerca nos encontraremos con un pequeño yacimiento, actualmente someramente protegido con unas capas de tela embreada que más de una vez hemos encontrado levantadas, donde aparecieron las preciosas huellas de un pequeño terópodo, el Kalohipus bretunensis, no más grande que una gallina, único para Soria y España. 

 Allosaurus, posible autor de la huella

Ojalá todos los yacimientos de icnitas estuviesen protegidos, el frío, las heladas, el calor, el ganado, los curiosos y  los “coleccionistas” desaprensivos provistos de radiales, las destruyen sin remedio. La única y verdadera protección posible es que, después de catalogadas y estudiadas, se vuelvan a cubrir de tierra para que las inclemencias del tiempo no las deshagan y para que los “coleccionistas” no destruyan lo que llevó tantos millones de años en formarse.
Por supuesto, la gran huella de Santa Cristina está bien tapada.
 Si quieres ver el estudio completo pincha PDF

martes, 17 de febrero de 2015

UNA TARDE CON EL CELACANTO



Entre 1970 y 1971 mi marido y yo estábamos haciendo un “stage” en el laboratorio de AnatomÍa comparada del  Museo de Ciencias Naturales de Paris bajo la supervisión de su director, J. Anthony, y mientras a Manuel le había tocado estudiar la “tente du cervelet” de los primates a mi me había caído en suerte estudiar las vértebras cervicales de todo tipo de mamíferos dentro del programa que estaba realizando dicho laboratorio.
Como es lógico, en nuestras horas libres recorríamos el Museo y los diferentes laboratorios estudiando y ayudando a aquel que nos lo pedía, éramos los españoles del equipo y estaban un tanto extrañados de que nos interesasen tantas cosas.
Así, un día un par de amigos nos invitaron a una zona desconocida, oscura y misteriosa en donde, en unas enormes acuarios de cristal se encontraban conservados dos grandes peces, dos celacantos de más de 1,30 m de longitud, perfectamente conservados y que estaban siendo objeto del estudio del Dr. Anthony y de otros colegas que querían poner en claro su anatomía interna, algo muy difícil si no se tienen individuos frescos.
El revuelo y el motivo de que nos enseñasen aquellos ejemplares es que sí habían conseguido los celacantos frescos y estaban a punto de llegar. Al mismo tiempo, se estaban haciendo réplicas de los ya existentes para exhibirlos en el Museo. Todo aquello era realmente emocionante y casi de extranjis conseguimos hacer un par de fotos para nuestra colección antes de salir de aquella zona, que por otra parte, estaba prohibida para los extraños al proyecto. 

Ejemplar de celacanto descongelandose en el laboratotio de Anatomia comparada del Museo de Ciencias Naturales de Paris.

Un celacanto, ahí es nada, un pez que se consideraba extinto desde hacía más de 350 millones de años y que había permanecido vivo y escondido en las profundidades de los mares de Madagascar hasta que un pescador tuvo la suerte de pescarlo en sus redes y hubo una persona, la Dra. Latimer que fue capaz de reconocerlo (por eso el celacanto recibió el nombre de Latimeria).
El celacanto es un ser bastante extraño, un pez de aletas lobuladas que parecen estar a medio camino entre una aleta y una pata, de hecho, sus parientes más próximos, los Rifidistios  son  la base de los anfibios que hace unos 350 millones de años emprendieron la conquista de la tierra firme, pero por razones desconocidas, los celacantos prefirieron adentrarse en las profundidades marinas.
Son animales que pueden alcanzar 1,5 m de longitud y pesar hasta 70 kilos, gruesos, trapudos, de cabeza enorme y escamas formadas por una lámina ósea cubierta con dentículos dérmicos parecidos a los de los tiburones. No son nada atractivos.
 
 Detalle de la cabeza

Y aunque desconocidos para el mundo científico y para Occidente, los pescadores de Madagascar lo conocían desde hacía cientos de años, lo llamaban Kombessa y lo consideraban un pez de carne pobre, pero de piel muy útil como “papel de lija”.
Creo que ese fue uno de los momentos más emocionantes de nuestra estancia en Paris, si dejamos aparte la aventura con el cocodrilo, pero esa es otra historia.


martes, 20 de enero de 2015

GRUPOS SANGUINEOS DE SANTANDER


Hace muchos años tuve la oportunidad de hacer un pequeño estudio sobre los grupos sanguíneos españoles para una revista médica y de ahí entresaqué el trabajo que había hecho sobre 2000 muestras de la provincia (ahora Autonomia) de Santander, en el que se demostraba bastante claramente su diferencia con el resto de la población española y su cercanía a la población vasca para los grupos ABO y Rh, fundamentales en la investigación genético-serológica de cualquier país.

La fórmula serológica  que se había obtenido en trabajos anteriores sobre la población española para el grupo Rh+ era del 85%  mientras que para Santander resultó ser del 26%  (74% para Rh-); con respecto a los grupos ABO sucedía otro tanto de lo mismo, con un mayor predominio del grupo O en Santander y una muy pequeña representación del grupo AB.


 Con estos datos y comparando con los obtenidos para la población vasca, estaba bastante claro que tanto vascos como santanderinos compartían los mismos componentes genético-serológicos, confirmando un parentesco de base céltica-europea, ya que estos porcentajes son semejantes a los que podiamos encontrar en los paises del norte de Europa, posiblemente debido a que estas dos poblaciones se mantuvieron  bastante aisladas durante la dominación romana y no hubo un intercambio genético con poblaciones más sureñas.
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